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The Daily Audio Bible

This reading plan is provided by Brian Hardin from Daily Audio Bible.
Duration: 731 days

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Reina Valera Revisada (RVR1977)
Version
Lamentaciones 1-2

Desolación de Jerusalén

¡Cómo ha quedado sola la ciudad populosa!

La grande entre las naciones se ha quedado como viuda,
La señora entre provincias ha sido hecha tributaria.

Sin cesar llora en la noche, y las lágrimas surcan sus mejillas.
No tiene quien la consuele de entre todos sus amantes;
Todos sus amigos le han traicionado, se le volvieron enemigos.

Judá está desterrada, sujeta a opresión y a dura servidumbre;
Ella habita entre las naciones, y no halla descanso;
Todos sus perseguidores la alcanzaron entre las estrechuras.

Las calzadas de Sión están de luto, porque no hay quien venga a las fiestas solemnes;
Todas sus puertas están desoladas, sus sacerdotes gimen,
Sus vírgenes están afligidas, y ella está en amargura.

Sus enemigos han sido puestos por cabeza, sus aborrecedores fueron prosperados,
Porque Jehová la afligió por la multitud de sus transgresiones;
Sus hijos salieron para la cautividad delante del enemigo.

Desapareció de la hija de Sión toda su hermosura;
Sus príncipes han venido a ser como ciervos que no hallan pasto,
Y caminan sin fuerzas delante del perseguidor.

Jerusalén, cuando cayó su pueblo en manos del enemigo y no hubo quien la ayudase,
Se acordó de los días de su aflicción, y de su vida errante,
Y de todos los bienes que tuvo desde los tiempos antiguos.
La miraron los enemigos, y se burlaron de su ruina.

Pecado grave cometió Jerusalén, por lo cual se ha vuelto cosa impura;
Todos los que la honraban la han menospreciado, porque vieron su vergüenza;
Y ella suspira, y se vuelve de espaldas.

Su inmundicia está en sus faldas, y no se acordó de su fin;
Por eso ha caído de modo tan sorprendente, y no tiene quien la consuele.
Mira, oh Jehová, mi aflicción, porque el enemigo se ha engrandecido.

10 Extendió su mano el enemigo a todas sus cosas preciosas;
Ella ha visto entrar en su santuario a las naciones
De las cuales mandaste que no entrasen en tu congregación.

11 Todo su pueblo gime en busca de pan;
Dieron por la comida todas sus cosas preciosas, para recobrar la vida.
Mira, oh Jehová, y ve cómo estoy de despreciada.

12 ¿No os conmueve a cuantos pasáis por el camino?
Mirad, y ved si hay un dolor como el dolor que me aflige;
Porque Jehová me ha afligido en el día de su ardiente furor.

13 Desde lo alto envió fuego y lo hizo penetrar en mis huesos;
Ha tendido una red a mis pies, me ha tirado hacia atrás,
Me dejó desolada, y con dolor todo el día.

14 El yugo de mis rebeliones ha sido atado por su mano;
Las ataduras han sido echadas sobre mi cuello; ha debilitado mis fuerzas;
Me ha entregado el Señor a merced de aquellos ante quienes no podré resistir.

15 El Señor ha desechado a todos mis valientes en medio de mí;
Convocó contra mí asamblea para quebrantar a mis jóvenes;
Como en un lagar ha hollado el Señor a la virgen hija de Judá.

16 Por esta causa lloro; mis ojos, mis ojos se deshacen en lágrimas,
Porque se alejó de mí el consolador que reanima mi alma;
Mis hijos están desolados, porque el enemigo prevaleció.

17 Sión extendió sus manos; no tiene quien la consuele;
Jehová dio mandamiento contra Jacob, que sus enemigos la cercasen;
Jerusalén se ha vuelto cosa impura entre ellos.

18 Jehová es justo; yo contra su palabra me rebelé.
Oíd ahora, pueblos todos, y ved mi dolor;
Mis doncellas y mis jóvenes fueron llevados en cautiverio.

19 Di voces a mis amantes, mas ellos me han engañado;
Mis sacerdotes y mis ancianos perecieron en la ciudad,
Cuando buscaban comida para sí con que reanimarse.

20 Mira, oh Jehová, estoy atribulada, mis entrañas hierven.
Mi corazón se retuerce dentro de mí, porque me rebelé en gran manera.
Por fuera, la espada me quita los hijos; por dentro, la muerte.

21 Oyeron cómo gemía, mas no hay consolador para mí;
Todos mis enemigos han oído mi desgracia, y se alegran de lo que tú has hecho.
Haz que llegue el día que has anunciado, y sean como yo.

22 Venga delante de ti toda su maldad,
Y haz con ellos como hiciste conmigo por todas mis maldades;
Porque muchos son mis gemidos, y mi corazón desfallece.

Las tristezas de Sión vienen por su rebelión contra Jehová

¡Cómo oscureció el Señor en su furor a la hija de Sión!

Derribó del cielo a la tierra el esplendor de Israel,
Y no se acordó del estrado de sus pies en el día de su furor.

Destruyó el Señor sin piedad todas las moradas de Jacob;
Ha derruido las fortalezas de la hija de Judá,
Ha echado por tierra y profanado al reino y a sus príncipes.

Cortó con el ardor de su ira todo el poderío de Israel;
Retiró de él su diestra frente al enemigo,
Y ha encendido en Jacob como una llama de fuego que devora todo alrededor.

Entesó su arco como enemigo, afirmó su mano derecha como adversario,
Y destruyó cuanto era hermoso a la vista.
En la tienda de la hija de Sión derramó como fuego su enojo.

El Señor se ha portado como enemigo, destruyó a Israel;
Destruyó todos sus palacios, derribó sus fortalezas,
Y multiplicó en la hija de Judá la tristeza y el lamento.

Ha forzado su cerca como la de un huerto;
Destruyó el lugar en donde se congregaban;
Jehová ha hecho olvidar las fiestas solemnes y los sábados en Sión,
Y en el ardor de su ira ha desechado al rey y al sacerdote.

Desechó el Señor su altar, menospreció su santuario;
Ha entregado en manos del enemigo los muros de sus palacios;
Se alzó un griterío en la casa de Jehová como en día de fiesta.

Jehová determinó destruir el muro de la hija de Sión;
Extendió el cordel, no retrajo su mano de la destrucción;
Hizo, pues, que se lamentara el antemuro y el muro, que juntamente se han desmoronado.

Sus puertas fueron echadas por tierra, destruyó y quebrantó sus cerrojos;
Su rey y sus príncipes están entre los gentiles. ¡Ya no hay Ley!
Sus profetas tampoco reciben ya visión de Jehová.

10 Se sentaron en tierra, y callaron los ancianos de la hija de Sión;
Echaron polvo sobre sus cabezas, se ciñeron de cilicio;
Las doncellas de Jerusalén inclinan sus cabezas hasta la tierra.

11 Mis ojos están consumidos de lágrimas, hierven mis entrañas,
Mi hígado se derrama por tierra a causa del quebrantamiento de la hija de mi pueblo,
Mientras desfallece el niño y el que mama, en las plazas de la ciudad.

12 Dicen a sus madres: ¿Dónde está el trigo y el vino?
Mientras caen desfallecidos como víctimas en las calles de la ciudad,
Derramando sus almas en el regazo de sus madres.

13 ¿A quién atestiguaré por ti, o a quién te haré semejante, hija de Jerusalén?
¿A quién te compararé para consolarte, oh virgen hija de Sión?
Porque grande como el mar es tu quebrantamiento; ¿quién te podrá curar?

14 Tus profetas vieron para ti falsedad e insensatez;
Y no revelaron tu pecado para impedir tu cautiverio,
Sino que te predicaron vanas profecías y extravíos.

15 Todos los que pasan por el camino baten palmas sobre ti;
Silban, y menean despectivamente sus cabezas sobre la hija de Jerusalén, diciendo:
¿Es ésta la ciudad que decían de perfecta hermosura, el gozo de toda la tierra?

16 Todos tus enemigos abren contra ti su boca;
Silban y rechinan los dientes; y dicen: Nos la hemos tragado;
Ciertamente éste es el día que esperábamos; lo hemos hallado, lo vemos.

17 Jehová ha hecho lo que tenía determinado;
Ha cumplido su palabra, la cual él había empeñado desde tiempo antiguo.
Ha destruido sin piedad;
Y ha hecho que el enemigo se alegre sobre ti,
Y enalteció el poder de tus adversarios.

18 Clama desde el fondo de tu corazón al Señor;
Oh hija de Sión, echa lágrimas cual torrente día y noche;
No descanses, ni cesen las niñas de tus ojos.

19 Levántate, da voces en la noche, al comenzar las vigilias;
Derrama como agua tu corazón ante la presencia del Señor;
Alza tus manos a él implorando la vida de tus pequeñitos,
Que desfallecen de hambre en las entradas de todas las calles.

20 Mira, oh Jehová, y considera a quién has tratado así.
¿Han de comer las mujeres el fruto de sus entrañas, los pequeñitos puestos a su tierno cuidado?
¿Han de ser muertos en el santuario del Señor el sacerdote y el profeta?

21 Niños y ancianos yacen por tierra en las calles;
Mis vírgenes y mis jóvenes cayeron a espada;
Mataste en el día de tu furor; degollaste sin piedad.

22 Has convocado por todo el ámbito mis terrores, como en un día de solemnidad;
Y en el día del furor de Jehová no hubo quien escapase ni quedase vivo;
Los que crié y mantuve, mi enemigo los exterminó.

Filemón

Saludo

Pablo, prisionero de Jesucristo, y el hermano Timoteo, a Filemón, el amado hermano y colaborador nuestro,

y a la amada hermana Apia, y a Arquipo nuestro compañero de milicia, y a la iglesia que está en tu casa:

Gracia y paz a vosotros, de parte de Dios nuestro Padre y del Señor Jesucristo.

Reconocimiento del amor y la fe de Filemón

Doy gracias a mi Dios siempre, haciendo memoria de ti en mis oraciones,

porque oigo del amor y de la fe que tienes hacia el Señor Jesús, y para con todos los santos;

para que la participación de tu fe sea eficaz en el pleno conocimiento de todo el bien que hay en vosotros en orden a Cristo Jesús.

Pues tenemos gran gozo y consolación en tu amor, porque por medio de ti, oh hermano, han sido confortados los corazones de los santos.

Intercesión a favor de Onésimo

Por lo cual, aunque tengo mucha libertad en Cristo para mandarte lo que conviene,

más bien te ruego por amor, siendo como soy, Pablo ya anciano, y ahora, además, prisionero de Jesucristo;

10 te ruego en favor de mi hijo Onésimo, a quien engendré en mis prisiones,

11 el cual en otro tiempo te fue inútil, pero ahora a ti y a mí nos es útil,

12 el cual vuelvo a enviarte; tú, pues, recíbele como si fuera mi propio corazón.

13 Yo querría retenerle a mi lado, para que en lugar tuyo me sirviese en mis prisiones por el evangelio;

14 pero nada quise hacer sin tu consentimiento, para que tu buena acción no fuese como por obligación, sino por libre voluntad.

15 Porque quizá para esto se apartó de ti por algún tiempo, para que le recibieses para siempre;

16 no ya como esclavo, sino como más que esclavo, como hermano amado, especialmente para mí, pero cuánto más para ti, tanto en la carne como en el Señor.

17 Así que, si me tienes por compañero, recíbele como a mí mismo.

18 Y si en algo te perjudicó, o te debe, ponlo a mi cuenta.

19 Yo, Pablo, lo escribo de mi mano, yo lo pagaré; por no decirte que aun tú mismo te me debes a mí.

20 Sí, hermano, hazme este favor en el Señor; conforta mi corazón en el Señor.

21 Te he escrito confiado en tu obediencia, sabiendo que harás aun más de lo que te digo.

Recomendaciones y saludos

22 Y al mismo tiempo, prepárame alojamiento; porque espero que por medio de vuestras oraciones os seré concedido.

23 Te saludan Epafras, mi compañero de prisiones en Cristo Jesús,

24 Marcos, Aristarco, Demas y Lucas, mis colaboradores.

25 La gracia de nuestro Señor Jesucristo sea con vuestro espíritu. Amén.

Salmos 101

Promesa de vivir rectamente

Salmo de David.

101 Misericordia y justicia cantaré;
A ti cantaré yo, oh Jehová.
Aprenderé el camino de la perfección.
¿Cuándo vendrás a mí?
En la integridad de mi corazón andaré en el interior de mi casa.
No pondré delante de mis ojos ninguna cosa injusta.

Aborrezco la obra de los que se desvían;
Nada de ellos se me pegará.
Corazón perverso se apartará de mí;
No conoceré al malvado.

Al que solapadamente difama a su prójimo, lo exterminaré;
No soportaré al de ojos altaneros y de corazón vanidoso.

Mis ojos pondré en los fieles de la tierra, para que moren conmigo;
El que ande en el camino de la perfección, ése será mi servidor.

No habitará dentro de mi casa el que comete fraude;
El que habla mentiras no permanecerá en mi presencia.

Cada mañana exterminaré a todos los impíos de la nación,
Para extirpar de la ciudad de Jehová a todos los autores de iniquidad.

Proverbios 26:20

20 Sin leña se apaga el fuego,
Y donde no hay chismoso, cesa la contienda.

Reina Valera Revisada (RVR1977)

Texto bíblico tomado de La Santa Biblia, Reina Valera Revisada® RVR® Copyright © 2017 por HarperCollins Christian Publishing® Usado con permiso. Reservados todos los derechos en todo el mundo.