The Daily Audio Bible
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18 Y el niño creció. Pero aconteció un día, que fue adonde estaba su padre, junto a los segadores;
19 y dijo a su padre: ¡Ay, mi cabeza, mi cabeza! Y el padre dijo a un criado: Llévalo a su madre.
20 Y habiéndole él tomado y traído a su madre, estuvo sentado en sus rodillas hasta el mediodía, y murió.
21 Ella entonces subió, y lo puso sobre la cama del varón de Dios, y cerrando la puerta, se salió.
22 Llamando luego a su marido, le dijo: Te ruego que envíes conmigo a alguno de los criados y una de las asnas, para que yo vaya corriendo al varón de Dios, y regrese.
23 Él dijo: ¿Para qué vas a verle hoy? No es luna nueva, ni sábado. Y ella respondió: Paz.
24 Después hizo enalbardar el asna, y dijo al criado: Guía y anda; y no me hagas detener en el camino, sino cuando yo te lo diga.
25 Partió, pues, y vino al varón de Dios, al monte Carmel. Y cuando el varón de Dios la vio de lejos, dijo a su criado Guejazí: He aquí la sunamita.
26 Te ruego que vayas ahora corriendo a recibirla, y le digas: ¿Te va bien a ti? ¿Le va bien a tu marido, y a tu hijo? Y ella dijo: Bien.
27 Luego que llegó adonde estaba el varón de Dios en el monte, se asió de sus pies. Y se acercó Guejazí para quitarla; pero el varón de Dios le dijo: Déjala, porque su alma está en amargura, y Jehová me ha encubierto el motivo, y no me lo ha revelado.
28 Y ella dijo: ¿Pedí yo hijo a mi señor? ¿No dije yo que no te burlases de mí?
29 Entonces dijo él a Guejazí: Ciñe tus lomos, y toma mi báculo en tu mano, y ve; si alguno te encuentra, no lo saludes, y si alguno te saluda, no le respondas; y pondrás mi báculo sobre el rostro del niño.
30 Y dijo la madre del niño: Vive Jehová, y vive tu alma, que no te dejaré.
31 Él entonces se levantó y la siguió. Y Guejazí había ido delante de ellos, y había puesto el báculo sobre el rostro del niño; pero no tenía voz ni sentido, y así se había vuelto para encontrar a Eliseo, y se lo declaró, diciendo: El niño no despierta.
32 Llegó Eliseo a la casa, y he aquí que el niño estaba muerto tendido sobre su cama.
33 Entrando él entonces, cerró la puerta tras ambos, y oró a Jehová.
34 Después subió y se tendió sobre el niño, poniendo su boca sobre la boca de él, y sus ojos sobre sus ojos, y sus manos sobre las manos suyas; así se tendió sobre él, y el cuerpo del niño entró en calor.
35 Volviéndose luego, se puso a pasear por la habitación, de un lado para otro, y después subió, y se tendió sobre él nuevamente, y el niño estornudó siete veces, y abrió sus ojos.
36 Entonces llamó él a Guejazí, y le dijo: Llama a esta sunamita. Y él la llamó. Y entrando ella, él le dijo: Toma tu hijo.
37 Y así que ella entró, se echó a sus pies, y se inclinó a tierra; y después tomó a su hijo, y salió.
Milagros en beneficio de los profetas
38 Eliseo volvió a Gilgal cuando había una gran hambre en la tierra. Y los hijos de los profetas estaban con él, por lo que dijo a su criado: Pon una olla grande, y haz potaje para los hijos de los profetas.
39 Y salió uno al campo a recoger hierbas, y halló una como parra montés, y de ella llenó su falda de calabazas silvestres; y volvió, y las cortó en la olla del potaje, pues no sabía lo que era.
40 Después sirvió para que comieran los hombres; pero sucedió que comiendo ellos de aquel guisado, gritaron diciendo: ¡Varón de Dios, hay muerte en esa olla! Y no lo pudieron comer.
41 Él entonces dijo: Traed harina. Y la esparció en la olla, y dijo: Da de comer a la gente. Y no hubo más mal en la olla.
42 Vino entonces un hombre de Baal-salisa, el cual trajo al varón de Dios panes de primicias, veinte panes de cebada, y trigo nuevo en su saco. Y él dijo: Da a la gente para que coma.
43 Y respondió su sirviente: ¿Cómo pondré esto delante de cien hombres? Pero él volvió a decir: Da a la gente para que coma, porque así ha dicho Jehová: Comerán, y sobrará.
44 Entonces lo puso delante de ellos, y comieron, y les sobró, conforme a la palabra de Jehová.
Eliseo y Naamán
5 Naamán, general del ejército del rey de Siria, era varón grande delante de su señor, quien lo tenía en alta estima, porque por medio de él había dado Jehová salvación a Siria. Era este hombre valeroso en extremo, pero leproso.
2 Y de Siria habían salido bandas armadas, y habían llevado cautiva de la tierra de Israel a una muchacha, la cual servía a la mujer de Naamán.
3 Ésta dijo a su señora: Si rogase mi señor al profeta que está en Samaria, él lo sanaría de su lepra.
4 Entrando Naamán a su señor, le relató diciendo: Así y así ha dicho una muchacha que es de la tierra de Israel.
5 Y le dijo el rey de Siria: Anda, ve, y yo enviaré cartas al rey de Israel. Salió, pues, él, llevando consigo diez talentos de plata, y seis mil piezas de oro, y diez mudas de vestidos.
6 Tomó también cartas para el rey de Israel, que decían así: Cuando lleguen a ti estas cartas, sabe por ellas que yo envío a ti mi siervo Naamán, para que lo sanes de su lepra.
7 Luego que el rey de Israel leyó las cartas, rasgó sus vestidos, y dijo: ¿Soy yo Dios, que mate y dé vida, para que éste envíe a mí a que sane a un hombre de su lepra? Considerad ahora, y ved cómo busca ocasión contra mí.
8 Cuando Eliseo el varón de Dios oyó que el rey de Israel había rasgado sus vestidos, envió a decir al rey: ¿Por qué has rasgado tus vestidos? Venga ahora a mí, y sabrá que hay profeta en Israel.
9 Y vino Naamán con sus caballos y con su carro, y se paró a las puertas de la casa de Eliseo.
10 Entonces Eliseo le envió un mensajero, diciendo: Ve y lávate siete veces en el Jordán, y tu carne se te restaurará, y serás limpio.
11 Y Naamán se fue enojado, diciendo: He aquí yo decía para mí: Saldrá él luego, y estando en pie invocará el nombre de Jehová su Dios, y alzará su mano y tocará el lugar, y sanará la lepra.
12 El Abaná y el Farpar, ríos de Damasco, ¿no son mejores que todas las aguas de Israel? ¿No puedo yo lavarme en ellos y ser limpio? Y se iba muy enojado.
13 Mas sus criados se le acercaron y le hablaron diciendo: Padre mío, si el profeta te mandara alguna cosa muy difícil, ¿no la harías? ¿Cuánto más, diciéndote: Lávate, y serás limpio?
14 Él entonces descendió, y se zambulló siete veces en el Jordán, conforme a la palabra del varón de Dios; y su carne se volvió como la carne de un niño, y quedó limpio.
15 Y volvió al varón de Dios, él y toda su compañía, y se puso delante de él, y dijo: He aquí ahora conozco que no hay otro Dios en toda la tierra, sino en Israel. Te ruego que recibas un presente de tu siervo.
16 Mas él dijo: Vive Jehová, en cuya presencia estoy, que no lo aceptaré. Y le instaba a que aceptara alguna cosa, pero él no quiso.
17 Entonces Naamán dijo: Te ruego, pues, ¿de esta tierra no se dará a tu siervo la carga de un par de mulas? Porque de aquí en adelante tu siervo no sacrificará holocausto ni ofrecerá sacrificio a otros dioses, sino a Jehová.
18 En esto perdone Jehová a tu siervo: que cuando mi señor el rey entre en el templo de Rimón para adorar en él, y se apoye sobre mi brazo, si yo también me inclino en el templo de Rimón; cuando haga tal, Jehová perdone en esto a tu siervo.
19 Y él le dijo: Ve en paz. Se fue, pues, y cuando había recorrido una corta distancia,
20 Guejazí, criado de Eliseo el varón de Dios, dijo entre sí: He aquí mi señor estorbó a este sirio Naamán, no tomando de su mano las cosas que había traído. Vive Jehová, que correré yo tras él y tomaré de él alguna cosa.
21 Y siguió Guejazí a Naamán; y cuando vio Naamán que venía corriendo tras él, se bajó del carro para recibirle, y dijo: ¿Va todo bien?
22 Y él dijo: Bien. Mi señor me envía a decirte: He aquí vinieron a mí en esta hora del monte de Efraín dos jóvenes de los hijos de los profetas; te ruego que les des un talento de plata, y dos vestidos nuevos.
23 Dijo Naamán: Te ruego que tomes dos talentos. Y le insistió, y ató dos talentos de plata en dos bolsas, y dos vestidos nuevos, y lo puso todo a cuestas a dos de sus criados para que lo llevasen delante de él.
24 Y así que llegó a un lugar secreto, él lo tomó de mano de ellos, y lo guardó en la casa; luego mandó a los hombres que se fuesen.
25 Y él entró, y se puso delante de su señor. Y Eliseo le dijo: ¿De dónde vienes, Guejazí? Y él dijo: Tu siervo no ha ido a ninguna parte.
26 Él entonces le dijo: ¿No estaba también allí mi corazón, cuando el hombre volvió de su carro a recibirte? ¿Es tiempo de tomar plata, y de tomar vestidos, olivares, viñas, ovejas, bueyes, siervos y siervas?
27 Por tanto, la lepra de Naamán se te pegará a ti y a tu descendencia para siempre. Y salió de delante de él leproso, blanco como la nieve.
El problema de los judaizantes, y reunión en Jerusalén
15 Entonces algunos que venían de Judea enseñaban a los hermanos: Si no os circuncidáis conforme al rito de Moisés, no podéis ser salvos.
2 Como Pablo y Bernabé tuviesen una discusión y contienda no pequeña con ellos, se dispuso que subiesen Pablo y Bernabé, y algunos otros de ellos, a Jerusalén, a los apóstoles y los ancianos, para tratar esta cuestión.
3 Ellos, pues, habiendo sido puestos en camino por la iglesia, pasaron por Fenicia y Samaria, relatando con todo detalle la conversión de los gentiles; y causaban gran gozo a todos los hermanos.
4 Y llegados a Jerusalén, fueron recibidos por la iglesia y los apóstoles y los ancianos, y refirieron todas las cosas que Dios había hecho con ellos.
5 Pero algunos de la secta de los fariseos, que habían creído, se levantaron diciendo: Se debe circuncidarlos, y mandarles que guarden la ley de Moisés.
6 Y se reunieron los apóstoles y los ancianos para considerar este asunto.
7 Y después de mucha discusión, Pedro se levantó y les dijo: Varones hermanos, vosotros estáis perfectamente enterados de que ya hace algún tiempo Dios me escogió de entre nosotros para que los gentiles oyesen por mi boca la palabra del evangelio y creyesen.
8 Y Dios, que conoce los corazones, les dio testimonio, dándoles el Espíritu Santo lo mismo que a nosotros;
9 y ninguna diferencia hizo entre nosotros y ellos, purificando por la fe sus corazones.
10 Ahora, pues, ¿por qué tentáis a Dios, imponiendo sobre la cerviz de los discípulos un yugo que ni nuestros padres ni nosotros hemos podido llevar?
11 Más bien, creemos que por la gracia del Señor Jesús somos salvos, de igual modo que ellos.
12 Entonces toda la multitud calló, y escuchaban a Bernabé y a Pablo, que contaban cuán grandes señales y maravillas había hecho Dios por medio de ellos entre los gentiles.
13 Y cuando ellos callaron, Jacobo tomó la palabra y dijo: Varones hermanos, oídme.
14 Simón ha contado cómo Dios visitó por primera vez a los gentiles, para tomar de entre ellos un pueblo para su nombre.
15 Y con esto concuerdan las palabras de los profetas, como está escrito:
16 Después de esto volveré
Y reedificaré el tabernáculo de David, que está caído;
Y repararé sus ruinas,
Y lo volveré a levantar,
17 Para que el resto de los hombres busque al Señor,
Y todos los gentiles, sobre los cuales es invocado mi nombre,
18 Dice el Señor, que hace todo esto.
Desde la eternidad conoce el Señor su obra.
19 Por lo cual yo juzgo que no se inquiete a los que de entre los gentiles se convierten a Dios,
20 sino que se les escriba que se aparten de las contaminaciones de los ídolos, de la fornicación, de lo estrangulado y de la sangre.
21 Porque Moisés desde generaciones antiguas tiene en cada ciudad quien lo predique en las sinagogas, donde es leído cada sábado.
22 Entonces pareció bien a los apóstoles y a los ancianos, con toda la iglesia, elegir de entre ellos varones y enviarlos a Antioquía con Pablo y Bernabé: a Judas que tenía por sobrenombre Barsabás, y a Silas, varones dirigentes entre los hermanos;
23 y escribir por conducto de ellos: Los apóstoles, los ancianos y los hermanos, a los hermanos de entre los gentiles que están en Antioquía, en Siria y en Cilicia, saludos.
24 Por cuanto hemos oído que algunos que han salido de nosotros, a los cuales no dimos orden, os han inquietado con palabras, perturbando vuestras almas, mandando circuncidaros y guardar la ley,
25 nos ha parecido bien, habiendo llegado a un común acuerdo, elegir varones y enviarlos a vosotros con nuestros amados Bernabé y Pablo,
26 hombres que han expuesto su vida por el nombre de nuestro Señor Jesucristo.
27 Así que hemos enviado a Judas y a Silas, los cuales también de palabra os informarán de lo mismo.
28 Porque ha parecido bien al Espíritu Santo, y a nosotros, no imponeros ninguna carga más que estas cosas necesarias:
29 que os abstengáis de lo sacrificado a ídolos, de sangre, de ahogado y de fornicación. Si os abstenéis de tales cosas, obraréis bien. Pasadlo bien.
30 Así, pues, los que fueron enviados descendieron a Antioquía, y reuniendo a la congregación, entregaron la carta;
31 y habiéndola leído, se regocijaron por la consolación.
32 Y Judas y Silas, como ellos también eran profetas, consolaron y confortaron a los hermanos con abundancia de palabras.
33 Y después de pasar algún tiempo allí, fueron despedidos con paz por los hermanos, para volver a aquellos que los habían enviado.
34 Mas a Silas le pareció bien el quedarse allí.
35 Pero Pablo y Bernabé continuaron en Antioquía, enseñando la palabra del Señor y anunciando el evangelio con otros muchos.
Oración a fin de ser guardado del mal
Salmo de David.
141 Jehová, a ti he clamado; apresúrate a venir a mí;
Escucha mi voz cuando te invoco.
2 Suba mi oración delante de ti como el incienso,
El alzar de mis manos como la ofrenda de la tarde.
3 Pon guarda en mi boca, oh Jehová;
Guarda la puerta de mis labios.
4 No dejes que se incline mi corazón a cosa mala,
A hacer obras impías
Con los que hacen iniquidad;
Y no coma yo de sus manjares deliciosos.
5 Que el justo me castigue, será un favor; y que me corrija el recto,
Será óleo excelente que no rehusará mi cabeza;
Pero mi oración testificará continuamente contra las maldades de los impíos.
6 Serán despeñados sus jueces,
Y comprenderán que mis palabras eran verdaderas.
7 Como astillas o pedruscos por el suelo,
Son esparcidos sus huesos a la boca del Seol.
8 Hacia ti, oh Jehová, Señor, miran mis ojos;
En ti he confiado; no desampares mi alma.
9 Guárdame de los lazos que me han tendido,
Y de las trampas de los que hacen iniquidad.
10 Caigan los impíos a una en sus propias redes,
Mientras yo sigo adelante.
23 El impío toma soborno de debajo del manto,
Para pervertir las sendas de la justicia.
Texto bíblico tomado de La Santa Biblia, Reina Valera Revisada® RVR® Copyright © 2017 por HarperCollins Christian Publishing® Usado con permiso. Reservados todos los derechos en todo el mundo.